Racismo: Fenómeno de la lucha de clases

co-autora: Javiera Cáceres González, Tesista de Psicología, Universidad Católica del Norte
¿Es el racismo un fenómeno ajeno a la lucha de clases?
El pasado Lunes 25 de mayo en la ciudad de Minneapolis el asesinato de un hombre de 46 años en manos de un policía que le presionó el cuello con la rodilla durante más de 8 minutos, ha generado una ola de indignación que alimento a la internet de imágenes y videos de fuertes protestar que ya se han extendido por más de 75 ciudades del país.
Debido ante la inmensa cantidad de declaraciones, perspectivas políticas sesgadas, suaves y desorganizadas, desde formación comunista queremos entregar una perspectiva comunista respecto al racismo, como fenómeno producto de la lucha de clases.
¿De dónde surge el RACISMO?
La primera gran formación histórica que funda y origina el racismo es la esclavitud, que es expresada en la cosificación humana para fines productivos, económicos utilizados por los pueblos sobre los esclavos de guerra, criminales, entre otros. La esclavitud mutó en superiores formas de hegemonía y poder, con nuevas y más complejas formas de producción, que hicieron mutar el fenómeno de discriminación y exclusión, perpetuando este y otras formas de violencia. Pero, ¿Cómo?
Hoy en día, la esclavitud como sistema político económico, ya no existe. Sin embargo, el racismo existe de forma endémica, en muchas zonas, como por ejemplo, la sociedad norteamericana.
El mínimo común denominador de las estructuras político-económicas experimentadas y llevadas a cabo se basan en la explotación, conquista, guerra y dominación económica: patriarcado (como forma económica), esclavitud, feudalismo, monarquía, capitalismo. Bajo este argumento, el ser humano es equivalente a un recurso que puede ser apropiado, explotado, utilizado. Es decir, se hace equivalente a una mercancía que tiene un valor, por supuesto, especulativo y fluctuante.
Actualmente los conflictos geopolíticos son una contemporánea demostración de cómo esta forma de violencia brota y se expresa en las más diversas formas, desde la clásica violencia física, hasta la invisibilización cultural.
Las luchas entre etnias, civilizaciones, pueblos, naciones, etc., evidencian que la cultura racista, no solamente se mantienen por la imposición de los intereses de la clase social dominante en un tiempo puntual, sino que de forma inconsciente y consciente es reproducida en la clase dominada por ellos y contra ellos. Incluso, normalizando y escondiéndose en la lengua, educación, música, valores, mitos y costumbres.
La historia universal conocida y enseñada sirve a los intereses de quienes poseen el poder: burgueses, hombres, blancos y de determinados cultos y creencias, que de forma no aleatoria y por consecuencia, obtuvieron el poder a través de la conquista, invasión, explotación y acumulación, controlando hasta hoy los medios de producción masivos. Es por esto que, algunos hechos históricos como revoluciones, resistencias, teorías, conocimiento y experiencias no se encuentran en la memoria-histórica-colectiva.
El desarrollo e institucionalización de la esclavitud de los pueblos africanos en el continente americano, es uno de los ejemplos más populares y tristes, sobre todo por desarrollarse con mayor violencia que en otros continentes. El pueblo africano fue dominado y colonizado por las potencias extranjeras, instalando la dominación económica y el extractivismo que potenció al “primer mundo”. Esto perpetuó en la cultura hegemónica e inclusivo en este mismo pueblo los conceptos de infrahumano, inferioridad, atraso, debilidad, fealdad, etc… La lucha de clases en las colonias y países colonizadores, acabaron de forma lenta y no paralela la esclavitud.
Con esto cambió la expresión del racismo. Así es como del pueblo esclavizado clásico sin absolutamente nada, nacen pueblos herederos de la desgracia racista, así es en este caso el pueblo afroamericano/afro descendiente: grupo Que ahora pertenece a la clase proletaria y que es explotado igual, o peor, que la clase proletaria blanca, y que además vive la discriminación ejercida por el remanente racismo en la sociedad contemporánea proveniente de opresor o un oprimido.
¿Podemos entonces, ver el problema del racismo en Estados Unidos o en cualquier otra parte del mundo como un fenómeno de causa ajena a la lucha de clases? PARA NADA.
Es como entre medio de los terribles sucesos por la muerte de George Floyd, ciudadano Afroamericano que encendió una ola de indignación e intensas protestas en el País, se hace vital y necesario hacer hincapié en un hecho innegable y categórico: Es imposible desmantelar la telaraña del racismo en un país que tiene como forma de vida, perpetuar la explotación, invasión y dominación de otros países y naciones.
La ignorancia de quienes desde la perspectiva capitalista, se declaran antirracistas, progresistas y tolerantes, oculta la más grande contradicción. El imperialismo utilizará el lobbie necesario para poder lavar su cara, esconder detrás de simpáticas consignas, un sistema que garantiza guerra, conflictos violentos, luchas desesperadas y competencia para poder subsistir.
Por tanto, la única lucha efectiva contra el racismo, es la lucha por la revolución, la democracia popular y el socialismo: Un modelo de desarrollo que garantice un crecimiento armónico, efectivo y sostenido. La cooperación como base en el lenguaje entre las naciones de uno o más territorios no reside en un sistema de explotación y violación sistemática, sino todo lo contrario, vendrá de la mano de un proyecto que luche contra ello.